FELIZ VINICIO LORA
Trabajé,
aproximadamente 10 años como relacionista de la Orquesta Sinfónica Nacional. Me
llevó a ese puesto el maestro Carlos
Piantini.
De éste, y
de otros maestros, me instruí y
desarrollé mi pasión por la música
clásica.
Bebí de la
fuente de la sabiduría y el conocimiento
el propio Piantini, el más grande director de orquesta de RD; de Julio Ravelo de la Fuente, Rafael
Villanueva, Julio de Windt, Bienvenido
Bustamente, Ana Silfa, Dante Cucurrullo, José Antonio Molina, José Manuel Joa
Castillo, Amaury Sánchez, y no termino la lista de tan vasta.
Aprendí a
degustar música de Tchaikovski y su “Romeo y Julieta”, de Bach y
sus conciertos de Brandenburgo, el Réquiem de
Mozart, Beethoven y su sinfonía No. 9 o “Coral”, Bizet, Dvorak, Carl
Orff y su “Cantata”, Ravel y su bolero.
Pero cuando
escucho la “Sinfonía Inconclusa” de Schubert, me entra un dejo de nostalgia y
añoranza por esa época en que viví. Y si oigo el tango “Adiós Nonimo”, de
Astor Piazzolla, ahí me da con tomarme
un “felivinito tinto”.
Si existiera
una máquina del tiempo o si Dios pudiera hacer un milagro, y trasladarme esos
tiempos.
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