lunes, 7 de octubre de 2013

El bulevar de la vida : El welfare nacional

 Lo único peor que un salario bajo, es no tener un salario.

Pablo McKinney     

A las aspiraciones de aumento salarial de los servidores públicos es difícil oponerse. Y es que, salvo los de la parte alta de la pirámide salarial, los sueldos del Estado son bajos, a veces muy bajos.
            Sin embargo, a partir de las malas señales y peores indicadores de la economía local y mundial, bien haría el santo gobierno en andar con pasos de plomo en ese sentido. El tema es delicado, humano, político, electoral, de clientelismo y también de gobernabilidad. Y me explico.
            De aproximadamente 440 mil ciudadanos que reciben un salario del Estado, menos de la mitad (220 mil) trabaja para ganarlo; la otra mitad asiste pero no trabaja, o como Bernard Shaw y la escuela... van pero nunca entran, o trabajan pero no para quien deberían trabajar.
            De los 220 mil que bien o mal realizan su trabajo, por lo menos una tercera parte, por su incompetencia o falta de preparación para desempeñar las funciones de su puesto, son más una molestia que una ayuda, y serían más útiles aportando su ausencia. Dicen los expertos, que si en el país se eliminara uno de cada dos empleos del Estado, al contrario de lo que pueda pensarse, el Estado funcionaría mejor.
            ¿Quiere esto decir que con un decreto, puede el gobierno sacar de la nómina pública a 220 mil señores? ¡Detente ahí, animal feroz! Además del drama social, humano y delictivo que esto representaría, es imposible pretender que un gobierno cuyo partido debe ir a elecciones en dos años y algo, se haga tal harakiri. Doscientos 20 mil señores -con sus tres dependientes- pueden decidir unas elecciones.
            Sigamos hablando claro: Repartido entre el clientelismo partidario, (fundamentalmente), más el periodístico y el “societal civilesco”, esos 220 mil cheques mensuales son de alguna manera un welfare nacional mal repartido y peor distribuido sí, pero son el welfare nacional.
            La partidocracia y sus partiduchos de compra y venta no son Sor Juana Inés de la Cruz, es cierto, pero las otras comarcas, las de las élites empresariales, periodísticas y “social civilescas” tampoco son San Martín de Porres, que somos pendejos, con Club y todo, pero no tanto. Lo que ocurres es el análisis ético de esta sociedad, políticos, periodistas e intelectuales lo hacemos a partir de las enseñanzas del Dr. Raymond Pozo, en su Palacio de TeleMicro, o sea, “a sigún”. Y pongo un ejemplo: En las pasadas elecciones, preferir a la propuesta del PLD era una inmoralidad, pero apoyar y/o asesorar al PRD, y su candidato, ex presidente 2000-20004, era salvar la patria.... (¡No te jode!)

En momentos tan delicados de la economía local y mundial, y ante el escenario aquí descrito; un escenario que nadie niega y todos en privado admiten, el gobierno debe pensarse muy bien de qué manera va a aliviar la situación de los dominicanos y en especial de sus servidores, sin aumentar el welfare clientelar, y sin poner en peligro la estabilidad macroeconómica, que es la que sostiene todas las demás, la social y la política. A la estabilidad macroeconómica, como a ciertos amores, ay, es mejor echarla de más que echarla de menos. ¿Qué hacer? Tengo una propuesta. De ella  hablaremos mañana.

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