La banca
pierde y se ríe o el lavado en el entretenimiento
por Severo
Rivera
Santo
Domingo. Cuando nos iniciamos en el periodismo, en la década de los años 80,
los que hicieron fortuna a costa del negocio ilícito de las drogas comenzaron a
incursionar con fuerza en la industria del entretenimiento local. La bujía
inspiradora fue el gran éxito que los narcotraficantes lograron en naciones
como Estados Unidos y en otras latitudes.
En esa
década, recuerdo, el negocio de las drogas solo se manejaba en un ambiente
“exclusivo”. La marihuana, por ejemplo era muy poco conocida en los barrios
marginados. Sin embargo, la penetración cultural procedente de Estados Unidos
se dejó sentir con fuerza. Además de conocimiento, la influencia trajo consigo
a los grandes del negocio de las drogas.
Los narcos
de Colombia ya se movían en nuestro territorio con la complicidad de estamentos
militares y de gobiernos. Aquí llegaban narcos de Estados Unidos y de otros
países, pero los que con más fuerza se sintieron fueron los norteamericanos y
colombianos, que de la mano de dominicanos tuvieron un gran techo para hacer
crecer sus fortunas y dañar a muchos jóvenes. Esos nuevos millonarios se
hicieron notar en todas las áreas. El entretenimiento fue uno de los escenarios
donde encontraron terreno fértil para lavar su dinero y corromper a jóvenes
artistas que venían de nuestros barrios o ciudades en busca de su sueño en el
arte.
La década
de los años 80 fue una época dorada para las diferentes expresiones de la
música popular, sobre todo para el merengue. Uno que otro artista sucumbió,
otros recapacitaron y se salieron de la trampa.
Con el paso de los años una nueva corriente de empresarios entró al
mercado con grandes fortunas, desplazaron a unos, otros siguieron su senda al
margen del lavado. Los nuevos “millonarios” estaban tranquilos, pues gozaban de
la complicidad de la autoridad.
La música
popular y la televisión fueron permeadas por el blanqueo de capitales, pero
años más tarde se crearon regulaciones para perseguir a los narcos. En Nueva
York, por ejemplo, varios personajes fueron apresados y aún purgan condenas,
otros salieron después de acuerdos con las autoridades y gozan de los
beneficios del programa de protección de identidad de testigos que aplican las
autoridades de esa ciudad.
El lavado
en el entretenimiento
Si hacemos
un repaso rápido a la situación por la que atraviesa el negocio de la música
son muy pocos los que pueden demostrar cómo sustentan sus proyectos, pues el
entretenimiento atraviesa por una de sus peores etapas. Sin embargo, no son uno
ni dos los “nuevos talentos” que emergen en la escena local. Ciertamente no son
todos los que están, pero esta década nos remite a lo que acabamos de describir
más arriba.
La
presencia del dinero ilícito se deja sentir con mucho mayor fuerza que en los
años 80. La inversión violenta de narcos, así como de unos que otros que se han
hecho millonarios en la administración pública está a la vista de las autoridades,
sin embargo, el tema no parece formar parte de su agenda. Se crean grupos musicales con el solo hecho
de limpiar el dinero. No importa que se logre el propósito del “artista”, el
asunto es ponerlo a sonar en la radio, en la televisión y que trascienda a la
prensa. Se hacen inversiones en la televisión y todo sigue igual. Se hacen
grandes contrataciones de artistas que el mercado no aguanta y todo sigue
igual. No importa, “la banca pierde y se ríe”…
Hace un
tiempo hicimos una reflexión similar, sin embargo volvemos sobre el tema porque
queremos llamar la atención de las autoridades que dicen están haciendo lo que
nunca se ha hecho.
Además de
los blanqueadores de capitales norteamericanos, mexicanos, centroamericanos,
italianos y dominicanos, entre otras nacionalidades, ahora tenemos la presencia
de la mafia rusa. Este último grupo es más agresivo en sus operaciones. Ya
están incursionando en el entretenimiento y para ello han hecho alianzas con
ciertos personajes que se mueven como pez en el agua.
Conocedores
del poder del dinero, a los lavadores no se les aprieta el pecho para otorgar
porcentajes a uno que otros ejecutivo de empresas para lograr el patrocinio a
sus “proyectos artísticos”. A esos les va mejor que a una Maridalia Hernández,
Luchy Vicioso o Cecilia García si intentan buscar algún apoyo para montar
alguna propuesta de calidad.
Los
contrabandistas también se dejan sentir con fuerza con el patrocinio de algunas
chicas de la televisión que son mercadeadas al mejor postor por unos sujetos
que se disfrazan de comentaristas o productores para colocarlas en ciertos
programas y desde allí hacer fortuna.
La sociedad
dominicana transita por senderos peligrosos. Es difícil que se llegue a buen
puerto si no se envían las señales contundentes para afrontar el desorden en el
que vivimos.