Manuel Rueda
POR Felíz Vinicio Lora
En los años que laboré en la Dirección General de
Bellas Artes tuve el honor y el privilegio de codearme con grandes maestros de
la música, del teatro, del folclor y de
la danza clásica, de la escultura y de la pintura, y escritores que en vida iba
a pensar conocerlos y aun, tratarlos de “tú a usted”.
Unos de esos personajes que conocí fue el poeta, pianista, ensayista y
dramaturgo Manuel Rueda, en ocasión de que él iba a actuar como pianista en la
Orquesta Sinfónica Nacional, donde yo era director de prensa y relaciones
públicas.
Antes de conocerlo personalmente, ya lo conocía por su
literatura, principalmente por sus obras teatrales, ensayo y la poesía que debíamos leer cuando estudiamos arte
dramático. Por ejemplo, “Retablo de la pasión y muerte de Juan la Loca”,
“Teatro”, “El rey Clineja” , “La trinitaria blanca”, entre otras.
Manuel Rueda fue con literato excepcional, con una
sensibilidad fina e innata. Como
pianista, era un virtuoso y varias veces tocó con la OSN, bajo la batuta del
maestro Carlos Piantini.
Conservo en mis archivos varios ejemplares del
suplemento cultural “Isla Abierta” que publicaba semanalmente el periódico en
este periódico.
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