Robin
Williams
Grisbel
Medina R.
sonriete_gris@hotmail.com
El actor
Robin Williams fue en sí mismo un dechado de emociones. Las aguijoneaba desde
la pantalla grande, aquella que le sirvió para mutar en la piel de tantas
personas, de “empelucarse” en guiones que reflejaban semblantes de la vida
real.
La depresión que le abrumó hasta su muerte entristeció a los
espectadores que sonrieron y lloraron junto a Williams, a través de los roles
que el cine le permitió componer y asumir. La noticia también vuelve a poner en
la mesa a la ponzoñosa soledad y la depresión que tanto agobian la humanidad de
hoy.
En tiempos de hiper conectividad, de atestiguar un estornudo o
nacimiento en Hong Kong, de un presidente Obama divisando el asesinato de Bin
Laden a millas de distancia, de tanto cariño a través de las redes sociales, el
ser humano rasca la más profunda de las soledades, la del corazón.
Con el alma vacante, sin sobresaltos de ternura y mimos reales camina la
gente con o sin fortuna en los bolsillos. Williams fue uno de esos, el payaso
más triste de nuestras vidas, que nos abrazó a los sentimientos que el cine le
permitió universalizar.
Y entonces, no se supone que un actor famoso, de luces y éxito
confirmado por preseas mundanas (adinerado en consecuencia), lo tenía todo para
ser feliz. Eso “se supone”, pero no era así. La vida real, la que respiramos
fuera del circulillo social desnuda frivolidades y falsas contenturas
circulando en Instagram. El placer de mostrar se antepone a la satisfacción
integral, a la del verdadero ser. En fin, hay más de rubor forzado que mejillas
sonrojadas por la fuerza del amor.
Y hay más compañía por conveniencia que por auténtica decisión. “El,
siempre tan vivaracho, ahora andaba quieto y en la tranquilidad del
desesperado”, define Ruben Blades a Adan García, antes de caer abatido en un
banco, cuando, viéndose desempleado, hizo un asalto con el revolver de agua de
su chiquillo. La soledad hueca el alma. Y la soledad del muy acompañado mucho
más. Tal vez, Williams se despidió cantando a Blades en el estribillo “Esto se
acabó, vida. / La ilusión se fue, vieja/y el tiempo es mi enemigo/Y en vez de
vivir con miedo/prefiero morir sonriendo/Con el recuerdo vivo.”(LD).
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