El ser
humano es, por naturaleza, vanidoso, y los artistas no escapan de esa
condición. “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”, dice el Eclesiastés.
Cuando un
artista no es nominado al premio Soberano, se enfurece y echa rayos y centellas
contra los miembros de Acroarte. Cuando lo nominan, protesta también. Es como
el dicho de la gata Angora. Ahora bien, y esto es un consejo que les voy a
decir a mis compañeros acroartistas: dejen que se desahoguen, que griten a los
cuatro vientos, que lloren si quieren, ese es un derecho inalienable de todo
ser humano, y los artistas también son humano. Total… todo pasará.
Mientras
tanto, Acroarte seguirá premiando, casi, lo mejor del arte dominicano, con los
jurados que se desviven por asistir, desinteresadamente, durante todo un año a
los espectáculos y reuniones evaluadoras.
No he visto
ningún artista hollywoodense quejarse porque no lo han nominado al Oscar o
pelear porque lo nominaron en un renglón que no era de su gusto. Concluyo
diciendo como el comercial del ron aquel: “Este es un país muy especial”.
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